Amantes de los largos paseos en bicicletas; de la calma de una puesta de sol; del olor a humedal; del graznido de las aves y del viento llano que carga de salitre el pelo. Esta puede ser bien la escapada de vuestras vidas. El Delta del Ebro es pura poesía para viajeros que lo descubren y que año tras año vuelven a buscar aquí su sitio, entre las marismas. Esta es una breve guía para una gastroescapada con repaso a algunos restaurantes de la zona para comerte un buen arroz bomba y un hotel para dormir a pierna suelta justo en el corazón de este parque natural que data de 1983.

Sí, de acuerdo, muchos estaréis pensando que el Delta del Ebro mola, ¡pero los mosquitos no! Tenéis toda la razón; ir a esta zona en verano es tan genial idea como meterse en un hammam sin haber desayunado. Pero el resto del año (y son muchos días), los 320 km2 del Delta son casi un páramo en medio de la nada, un reducto de tierra a escasos kilómetros del aeropuerto de Reus con una suave atmósfera húmeda que embauca. Las marismas que aquí se despliegan interminables en todas direcciones son capaces de anestesiar el tiempo. Las planicies, las bahías, los cañizales, las lagunas y playas vírgenes de arena fina o los salobrales son como tierra desolada y perdida en otoño invierno. Pero se vuelven herbáceos mantos en primavera. Los cañaverales se inclinan gentiles cuando pasa el viento y en los carrizales y lagunas alzan el vuelo inquieto los pájaros, al pasar de las bicicletas. Es una estampa de la calma y quietud. ¿No será eso lo que los urbanitas buscamos cuando nos cogemos unos días para escapar del tráfico? Esta diversidad de ambientes permite a la ciudad de Amposta –que tiene un extenso término municipal que abarca desde la Sierra del Montsià que le da nombre a la comarca hasta el delta del Ebro- ofrecer una oferta turística que se mantiene todo el año.
Comer y dormir en el Delta del Ebro
Nada más llegar, mi recomendación es buscar el punto de información “La Casa de fusta”. Es una antigua construcción restaurada pero que data de finales de los años 20. Será el punto de partida de este viaje. Es una vistosa casa de color verde que se ve a lo lejos desde casi todos los ángulos del camino y que es también el Museo de las aves. Como sabéis, el Delta del Ebro es un paraíso para la observación ornitológica por lo que la primera recomendación es venir con unos prismáticos de casa para poder verlas. Hay muchos puntos de observación que encontraréis en los caminos que dividen los humedales.
Uno de los paseos más bonitos por el Delta del Ebro es el que lleva por la barra del “Trabucador” hasta la Punta de la Banya. Antes de llegar dejaréis a la izquierda “La Tancada”, una zona que es un acuífero donde nidifican los flamencos. Será una de las fotos de vuestro viaje. En el Delta anidan o pasan gran diversidad de aves (más de 337 especies comunes y unas 360 registradas de las 600 que viven en Europa). Los gráciles flamencos son una de las grandes atracciones aunque los ‘arrossaires’ hayan llegado a patrullar or la noche para espantarlos con petardos cuando ha habido sobrepoblación porque les destrozan los cultivos. Más discreta y no tan molesta, pero con un nombre que seguro recordaréis, es la polla blava. Podréis divisarla con paciencia y tiempo en el mirador del área de Migorn L’Alfacada (aves 3 tipos de fotos). En la Punta de la Banya encontraréis dos Faros pero tenéis que llegar a pie hasta ellos ya que los coches no pueden pasar más allá de las Salinas de la Trinitat.
Si preferías ver el paisaje desde el mar, podéis acercaros con el coche hasta la población de Deltebre y allí apuntaros a una de las salidas que hacen en barco (ida y vuelta a 11 euros) para hacer un paseo marítimo por la desembocadura(los intrépidos tenéis una barca-lancha disfrazada de tiburón, 14 euros).
Productos típicos del Delta del Ebro
Lo más típico gastronómicamente hablando, además del arroz, el pà de pessic y el menjar blanc, es el licor de arroz. Tendréis posibilidad de probarlo en casi todos los restaurantes a los que vayáis.
¿Dónde comer en el Delta del Ebro?
La Paquita. Es un restaurante altamente recomendado en las guías online, pero yo no os lo aconsejo. Básicamente, porque el servicio no es muy profesional y porque por el mismo dinero podéis comer en otros sitios bastante mejores.
Uno de los mejores restaurantes de la zona es, sin dudarlo, Nit i Dia (en este post tenéis una crítica del restaurante Nit i Dia). En mayo de 2015 cumplieron 3 años desde que abrieron y el boca oreja lo ha convertido en un sitio imprescindible para una cena romántica. Es pequeñito por lo que os recomiendo reservar. El arroz a banda. Lo sirven con el pagell de la cocción en una marmita de barro aparte. La romescada de pescado (rape, lenguado, sepia y cigalas) y el pulpo a la brasa son algunos de los mejores platos de su carta. También encontraréis – y en muchas otras cartas porque son productos típicos de la zona- las ancas de rana y las anguilas. Un punto más a su favor es el carrito de licores con cuatro variedades de licor de arroz del Delta (higos, hierbas, aguardiente y tipo crema catalana) que se ofrece gratis como degustación tras la comilona.
A mediodía os recomiendo comer en La Barraca del Delta. Aunque es grande, es imprescindible reservar porque es muy, muy conocido y todo el que va repite. Corréis el riesgo de tener que dar mediavuelta. Lo encontráis cerca de la AP7, a 10 minutos de Deltebre y de Sant Jaume d’Enveja. Disponen de más de 10 variedades de arroces distintos. Por precio, el arroz “fruits de mar” es una buena opción. Os pondrán olivas y embutido cortesía de la casa y veréis que la cantidad de arroz es atroz, así que no pidáis demasiados platos antes. Si sobra pedid que os lo pongan para llevar que lo harán encantados. ¡Ah! Y dejad sitio para el postre porque bordan el menjar blanc, un postre a base de leche de arroz y canela típico de Tarragona.
Otro restaurante cuya visita me parece más que recomendable es Varadero, en Sant Carles de la Ràpita. Tiene un toque kitch, años 70 bien entendidos, que si os va el rollo os encantará. El lenguado y el pulpo a la brasa rallan la excelencia. También os recomiendo los boquerones y las anchoas que sirven. El servicio es correcto y comeréis en un comedor de encanto vetusto. Si os pica la curiosidad pero preferís optar por una cena un poco más barata, el bar del Varadero es muy recomendable también: tapas de calidad y vistas al puerto con sus barcos amarrados.
¿Dónde dormir?
Tiene mucha más gracia dormir cerca de los humedales que no en Amposta. Eso es así. Poble Nou del Delta es una agrupación de unas pocas casas y tiene mucho encanto. Marjal Allotjament es un moderno y tranquilo hotelito de 4 estrellas Adults only (hotel sin niños) que os recomiendo. Tienen un patio interior de aire zen y una bañera de hidromasaje al aire libre. Evidentemente, se trata de un tipo de apartamentos pensados para parejas donde reina la calma más absoluta. Ofrecen con conexión Wi-Fi gratis y potente en todas las habitaciones y algunas de ellas disponen de jacuzzi. ¡Ah! Y las vistas son panorámicas. El hotel ofrece alquiler de bicicletas. El desayuno no es rebosante pero sí competente y, con aviso previo, ofrecen desayunos para vegetarianos y celiacos (entre 110-180 euros)
¿Cuándo ir?
Como os comentaba, la versatilidad de la oferta turística hace que la zona tenga su encanto en primavera, otoño e invierno pero es el 15 de agosto cuando celebra su Fiesta Mayor. En invierno es interesante ir a la Feria de Muestras (del 5 al 8 de diciembre) y al Mercado de Santa Lucía, además de las fiestas dedicadas a la gastronomía y a los productos de la tierra, como las Fiesta de la alcachofa (febrero), la del mejillón (junio) y la del arroz (octubre). En la web de Turisme de Amposta encontráis el calendario de actividades, por si queréis echar un vistazo.
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