Paco Morales, cocinero invitado de Casa de Tapas Cañota


Las tapas siempre han sido un valor refugio. Salir de tapeo, a menudo expresaba que no queríamos que nos agujerearan el bolsillo. Pero, con los excesos creativos de un modernidad malinterpretada, la tapa también se ha convertido en una medida, en el formato protagonista para servir la comida, en la pequeña dosis de cocina creativa de una receta, así que muchos salimos corriendo de un restaurante cuando leemos eso de "cocina de autor". Eso nos lo ha enseñado la crisis. Una de las peores y, a la vez, mejores ideas que puede tener un empresario es la de montar un bar de tapas, bodega, tasca o vermutería en Barcelona (especialmente si lo hace en Gràcia, Sants o Sant Andreu). Montarla es una genialidad porque hay muchas. Eso quiere decir que la gente aún prefiere quitarse el pijama los domingos y bajar al bar a pedirse unas tapas ( si puede ser a precios baratos, mejor). Pero por el mismo motivo, diferenciarse entre tanta competencia es tan difícil como obligado. En éstas, buscar buenos bares de vermuteo y casas de comidas reeditadas a precios correctos es una labor de investigación digna de La Sexta. Hay gloriosas antiguallas, modernos inquebrantables y neobares con una calidad extremadamente discutible. Aquí, sólo los buenos.