La noticia sacudió este pasado martes a la comunidad gastronómica: Moría Mey Hofmann. Ilusionada desde un inicio en un mundo al que llegó casi por rebote, fue pionera en la docencia gastronómica y fundó en 1983 su famosa escuela de cocina. Entonces la cocina era un oficio menor en la hostelería no se apostaba por la formación del personal en escuelas de cocina a la manera en como se hacía en la vecina Francia. “Aquí nos costó tomarnos en serio este mundo, es así, nos han faltado muchos años para darnos cuenta del tan alto potencial culinario que tenemos”, reflexionaba en una reciente conversación con esta periodista. Su formación clásica en Le Cordon Bleu y en la Escuela Lenôtre le permitió adaptar aquí una manera de hacer muy gala, muy refinada, casi aristocrática, tal y como la definió en una ocasión Juan Mari Arzak.
Mey Hofmann se hizo un camino largo en el sector gastronómico con la apertura de un restaurante, la puesta en marcha de una reputada pastelería y un espacio gastronómico en La Seca y, lo más difícil, se hizo un nombre como mujer en un mundo de hombres; era querida y respetada por toda la profesión. No fue hasta 2004 cuando Michelín se fijó en ella y premió con una estrella a su restaurante.
Creativa y perfeccionista, la chef desarrolló un gran sentido estético que se plasmó en creación, sobre todo dulce, donde la decoración y su fascinación por las flores el mundo vegetal estaban presentes. Uno de sus postres más conocidos y logrados, es el cactus dulce, en sus palabras: “un forma de dar un sentido amable a una planta, a simple vista, arisca y agresiva”. Rigor y humildad fuerton las señas de su trabajo, algo que dejó plasmado en libros como Fuego y pasión en la cocina, Socorro tengo invitados o el libro de recetas Mey Hofmann, del que publicó dos volúmenes. La cocina la mantenía ilusionada y activa; había inaugurado recientemente nuevo restaurante, Hofmann Bistrot, del que pudimos dar la exclusiva de su próxima apertura en las redes. El cáncer se la llevó muy pronto y no pudo ser. Carme Ruscalleda, Martin Berasategui, Andoni Luis Aduriz, Ramon Freixa, Nandu Jubany, Jordi Cruz… y otros tantos chefs menos mediáticos expresaron sus condolencias, muchos incluso fueron a despedirla ayer jueves en un abarrotada tanatorio.
“Me produce un gran orgullo ver que mis alumnos llegan lejos y trabajan en cocinas reputadas de todo el mundo”, comentaba con frecuencia Mey; su orgullo, sus alumnos. Y, al final, ese es el premio.