El mosto flor, ese que llora la uva por la propia gravedad sin apenas esfuerzo mecánico, es la buena base de algunos de los mejores rosé del sur de Francia. La cuna de los rosados –la Provence- dedica hasta el 70% de su producción a estos vinos suaves y afrutados. Ese mosto (yema) y la abuela del clan de los Muga, han inspirado el nuevo vino de una de las bodegas de Rioja con mayor solera. Flor de Muga –así se llama la nueva niña bonita en Haro- es un rosé que juega en la línea alta de un mercado que ha aumentado un 7,7% entre 2002 y 2011 y que ya representa cerca de un 10% del total de vino consumido en el mundo con 22,5 millones de hectolitros en 2012.
Manu Muga y sus hermanos trajeron de visita por Barcelona a su nueva promesa rosa para presentarla en sociedad. El marco de los hoteles buenos, los de verdad, como El Palace son el sueño mojado de las quinceañeras que, en edad de merecer, quieren conquistar la mayoría de edad como las princesas: Tapicerías aubusson, moquetas, candelabros en un decapé dorado y sofás de caoba tallada con tapicería capitoné… Y ese fue el espacio en el que Flor de Muga descorchó su primera inocencia.
Para su desgracia y pese a ser un vino de moda desde hace algunos años, los vinos rosados navegan aún entre la ignorancia y el prejuicio de quienes no los consumen. ¡Cuánto daño ha hecho el lambrusco! Si hay un vino eminentemente estacional ese es el rosado. Flores blancas, fruta de hueso y ligera fresa ácida forman parte del bouquet de este rosado de color pálido pese a ser un monovarietal de garnacha, una uva que, en maceraciones largas, aporta un bonito color violáceo. En este caso todo es contención, sin embargo, y las pieles solo se han dejado brevemente en contacto con el mosto unas horas. Las lías y el uso de cepas viajas de la familia –de unos 70 años- han hecho el resto confiriendo al caldo un cuerpo untuoso y paso ligeramente graso en boca. Un alma casi de blanco, con grasa, criado a buena altitud ( 600-750 metros) en dos tipos de terruños muy definidos: arcilloferroso y arcillocalcáreo.
Para el debut de Flor de Muga en Barcelona, la familia se rodeó de amigos, colaboradores y empresarios del sector que no querían perderse el descorche de algunas de las escasas 3000 botellas que conforman la colección. Entre ellos, Enric Crous, Consejero Delegado de Cacaolat, o Albert Agustí, presidente del Real Club de Tenis Barcelona 1898, y profesionales del mundo del vino como Quim Vila y Siscu Martí (Vila Viniteca). Seguro que más de uno, como los restauradores Óscar Manresa (Casa Leopoldo, Kauai, Casa Guinart), Carlos Manresa (Torre d’Alta Mar) y Josep Maria Kao (Shangai) ya se han planteado incluirlo como opción de verano en sus respectivas cartas.
Un rosé de alta gama siempre es una buena noticia para un verano que apunta especialmente caluroso. Si el año pasado un rosado español ya se coló entre los mejores del mundo, quizás este año sea alguno más.
Flor de Muga rosé 2016
Bodegas Muga
Vino rosado, variedad Garnacha tinta
PVP: 20,50 euros